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Porque todo lo que piensas tú son ‘Ilusiones’

Porque todo lo que piensas tú son ‘Ilusiones’
29 abril, 2018 quino

En una escena de La función por hacer, uno de los personajes de ficción, enfadado con el personaje real porque para hablar de su existencia hubiera utilizado la palabra ilusión, le hace pensar en él mismo diez años atrás: “y al pensar en esa persona que eras y que ya no serás jamás… ¿no sientes que todo se derrumba a tus pies, el suelo, la tierra misma, al pensar que tú, tal como ahora te percibes, toda tu realidad de hoy en día está destinada a parecerte mañana una mera ilusión?”.

Ilusiones, a la que su autor Ivan Viripaev llama comedia, comienza con la muerte de Dani y termina con la de Sandra, Margarita y Alberto, el cuarteto que conforma los dos matrimonios protagonistas de Ilusiones. Los cuatro mueren habiendo cruzado la frontera de los ochenta.

“Al juzgar una vida ajena, miro siempre cómo ha sido el final; y uno de los principales afanes de la mía es que éste me vaya bien, es decir, plácida y sordamente”.

Montaigne, Ensayos.

Viripaev propone un recorrido vital por la trayectoria de estas dos parejas que intentan, juntos y por separado, encontrar su lugar en el mundo. Aunque a veces este lugar aparezca en sitios tan singulares como el interior de un armario o la superficie de una piedra redonda en el desierto australiano.

“Dad un fin preciso a la vida: pierde instantáneamente su atractivo. La inexactitud de sus fines la vuelve superior a la muerte; un ápice de precisión la rebajaría a la trivialidad de las tumbas. Pues una ciencia positiva del sentido de la vida despoblaría la Tierra en un día; y ningún frenético lograría reanimar la improbabilidad fecunda del deseo”.

M. Cioran, Breviario de podredumbre

Pero Viripaev no quiere que sean ellos mismos, Dani, Sandra, Margarita y Alberto, los que nos cuenten su propia peripecia vital sino cuatro narradores de los que nada sabemos más allá de que todos son jóvenes. Esta es la primera didascalia de la función:

Al escenario sale una mujer; un poco más tarde, otra; después, un hombre; al cabo de un rato, otro. Han salido únicamente para contar a los espectadores las historias de dos matrimonios.

Viripaev ni siquiera da nombre a estos cuatro narradores. Ellos son Mujer 1 y Mujer 2 y Hombre 1 y Hombre 2. Sus relatos, más o menos largos, son dirigidos directamente al público. Algunas veces hablan en tercera persona sobre Dani, Sandra, Margarita y Alberto. Los observan desde lejos. Atrapan sus historias como si fueran ecos de vidas pasadas que resuenan en el mismo espacio, pero que nada tienen que ver con ellos. Ecos rescatados del olvido a través de la narración. Como si el dolor, las emociones, las inseguridades, las tribulaciones de estos cuatro personajes no pudieran hacer mella en quien tiene encomendado narrar sus vidas. Exponen fragmentos de sus existencias tan profesionalmente como lo haría un aséptico equipo forense, pero no con el mandato de mostrar un cadáver sino de crear la ilusión de la vida.

“Voy a haceros el relato de su amores y de sus venturas, mas si vuestro corazón tuviera el valor suficiente, con un artificio podríais ver su vida con todos su lances ante vos representados por espectros parecidos a cuerpos animados: no les faltaría ni el ademán, ni el habla”.

Pierre Corneille, La comedia de las ilusiones

En otros momentos, Viripaev les obliga a narrar en primera persona. Los cuatro narradores pasan entonces a ser médiums. Dani, Sandra, Margarita y Alberto hablan por sus bocas. Ahora su dolor, sus emociones, sus inseguridades, sus tribulaciones aparecen ante nosotros como si estuvieran sucediendo en ese mismo momento y por primera vez. Sin patrón aparente. Sin una estructura que ayude a comprender por qué suceden las cosas como suceden. Pequeños fragmentos que irradian, sin embargo, una potentísima luz. O al menos contribuyen a crear la ilusión de que esa luz se propaga vivísima. Tal vez eso sea lo que seamos. Así lo cuenta la Mujer 1, tratando de explicar una revelación de Sandra:

Mujer 1.- Sandra comprendió que la vida se componía de pequeños fragmentos multicolor. Que en la vida no había nada completo, sino tan solo minúsculos y deshilachados trozos, que la vida no tenía una única línea argumental, sino multitud de episodios y que, salvo meros detalles y trivialidades, no había en ella nada cardinal. Y que todos esos detalles no se sumaban unos a otros para conformar un todo, algo completo. Quizás, es imposible explicarlo con palabras, Sandra notó súbitamente que el mundo en el que vivía carecía de algo único, algo consistente que pudiera vincular todos los fragmentos entre sí.

No hay iniciación más que a la nada y al ridículo de estar vivos, decía Cioran, quien se sentía atraído poderosamente por la filosofía hindú, cuyo propósito esencial es el de superar el yo. Anatman, literalmente el no-yo, la ausencia de un alma, la carencia de un sí mismo perdurable. ¡Pero queremos perdurar! ¿Cómo ser perdurable en un mundo en el que lo único constante es el cambio? Y, sin embargo, Dani, Sandra, Margarita y Alberto miran al cielo y se hacen la pregunta con la que todo acaba: Debe haber al menos alguna clase de permanencia en este inmenso y cambiante cosmos, ¿verdad?

Cuando me paseaba, tarde, por el camino bordeado de árboles –cuenta en un pequeño relato Cioran– una castaña cayó a mis pies. El ruido que hizo al estallar, el eco que se suscitó en mí, y un temblor desproporcionado con respecto a ese ínfimo incidente, me sumergieron en el milagro, en la embriaguez de lo definitivo, como si no hubiera ya más preguntas, solo respuestas. Me sentí ebrio de mil evidencias inesperadas con las que no sabía qué hacer… Así fue como estuve a punto de alcanzar mi momento supremo. Pero creí preferible continuar el paseo.

Este tipo de humor entre lo sublime y lo prosaico, lo evidente y el misterio, o la contrariedad de que en medio de una imperiosa necesidad de encontrar el sentido de la vida tengas ganas de hacer pis, está presente de forma brillante en Ilusiones. Pequeños brochazos que consiguen crear la ilusión de que Dani, Sandra, Margarita y Alberto son cuatro conocidos en los que nos vemos tan reflejados que por momentos se crea la ilusión de que son un espejo. Por momentos, solo por momentos. Todos somos tan singulares y únicos que la empresa de hacer un retrato fidedigno de cualquier ser humano no sería más que una ilusión… O tal vez la ilusión sea creer precisamente eso.

¿Qué es la vida?, Un frenesí/ ¿Qué es la vida?, Una ilusión/ Una sombra, una ficción…  Somos fragmentos irreconciliables. Fogonazos que tal vez solo en el intento de ser narrados consigamos darle forma a la ilusión de tener algún sentido y, por supuesto, a la ilusión de permanecer.

Bienvenidos a Ilusiones una comedia existencialista.

Miguel del Arco
Director de ‘Ilusiones’

Ilusiones se representa del 25 de abril al 13 de mayo de 2018 en El Pavón Teatro Kamikaze.