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La noche en la que ‘Smoking Room’ ganó el Goya

La noche en la que ‘Smoking Room’ ganó el Goya
26 octubre, 2017 quino

En febrero de 2018 hará quince años que nos dieron a Julio Wallovits y a mí­ el Goya a la Mejor dirección Novel por Smoking Room que, con el tiempo, se ha convertido en una peli de culto. Así­ como para la adaptación que hemos hecho al teatro les pedí­ a los actores que no revisaran la pelí­cula para hacer nuestra versión sin estar “contaminados”, para este blog me he ido a revisar lo que escribí­ sobre ese día y que cierra el libro Todo por un largo. Diario de Smoking Room, publicado por Ocho y Medio. Estoy casi seguro de que a dí­a de hoy no volverí­a a escribir lo mismo, pero creo que refleja muy bien lo que es hacer un proyecto por primera vez, conseguir llevarlo a cabo y que salga bien a pesar de todas las dificultades. Así­ que os lo dejo aquí­ para compartirlo con los miembros de la Comunidad Kamikaze. Qué nombre más adecuado para todos nosotros. ¡Estoy orgulloso de ser kamikaze!

Lunes, 3 de febrero de 2003

Flashes, dolor de cabeza y llamadas perdidas. Así­ se puede resumir el dí­a después de que te den un Goya. Así­ de simple y así­ de complicado a la vez.

La cosa fue así­: Llegamos a la gala en un taxi, que también tuvimos que pagar nosotros y que costó lo suyo, ya que no se les ocurrió nada mejor a los de la Academia que celebrarlo en el Campo de las Naciones, cerca de Barajas. Cuando conseguimos llegar, después de dejar a Leo en el Hotel con la abuela y con los pertinentes remordimientos de conciencia, lo primero que nos tocó hacer fue posar para la cantidad de cámaras que habí­a en la entrada del Palacio de Congresos. No conté, pero yo creo que había más flashes disparando y objetivos de cámara apuntándonos de los que he visto juntos en toda mi vida.

A partir de aquí­ ya me relajé. Entramos en la sala donde darí­an los premios y vimos que realmente allí­ cabí­a mucha gente. No sabemos cuántos de ellos tienen algo que ver con el cine, pero gente habí­a mucha. Nos dirigimos a la fila que nos habí­a tocado. Nos sentamos con la siguiente alineación: Por Oví­deo, Quique Camí­n y su acompañante, después su hermano Toni, Clara (mi novia), yo y Julio a mi izquierda.

En el pasillo se sentó Eduard Fernández porque en el tercer bloque de anuncios se tení­a que ir detrás del escenario para la entrega del mejor guion.

Yo para el segundo bloque de publicidad ya estaba bañado en sudor. Por suerte mi vestido de rigurosa etiqueta -una camiseta negra, unos pantalones y unas zapatillas de deporte- impedí­a que se notara lo sudado que estaba. Yo creo que esto sí­ que empezaban a ser nervios. Y si no lo eran, que alguien me cuente por qué no podí­a parar de reí­rme de los chistes malos que decí­an los presentadores de la Gala: Willy Toledo de El otro lado de la cama.

Lo único bueno que tuvo la ceremonia fue la cantidad de mensajes anti- gobierno del PP que se dieron. Entre “Nos a la guerra” y “Nunca maises” eso parecí­a más una reunión sindical que una entrega de premios. Cada nuevo invitado que subí­a hací­a alguna referencia a la guerra de Irak que nuestro querido presidente insiste en respaldar. Eso está bien. Al menos que estas galas sirvan para alguna cosa. Es como si de pronto toda la gente que la está viendo desde sus casas -y nos dijeron que este año fueron bastantes más, por la cantidad de “sorpresillas” que iban saliendo- tomara conciencia de que el cine no es el falso glamour que nos quieren vender desde Hollywood, sino un simple reflejo de lo que pasa en el mundo. Y si el mundo va de culo, el cine es el primero que tiene la obligación de decirlo.

Llega el cuarto bloque después de la publicidad. Nos toca. Primero sube Fresnadillo, el ganador del Goya a la mejor dirección novel del año pasado y dice unas palabras que mis oí­dos oyen pero que mis latidos del corazón no me dejan escuchar. Lo único que sé es que de pronto se pone en marcha el video y salen imágenes de La vida de nadie, de Eduard Cortés, de A mi madre le gustan las mujeres y de Piedras, de Ramón Salazar.

Por último, sale en pantalla la ya “famosa” secuencia de la azotea con Antonio Dechent y Eduard Fernández. Y se apaga. Y oigo como Fresnadillo dice: “Y el ganador es: Julio Wallovits y Roger Gual por Smoking Room”. Y yo pienso: ya la hemos cagado. Me levanto como puedo. Le doy un beso a Clara, un abrazo a Julio y una encajada a los dos hermanos Camí­n. Ahora toca andar. Bajar las tí­picas escaleras largas que nunca terminan y subir a recoger el premio. Creo que primero fue Julio. En el momento en que te toca acercarte al micro y no te acuerdas ni de cómo te llamas, es cuando piensas que entiendes lo del famoso papelito del discurso en las entregas de premios. Nosotros no llevábamos papelito. Así­ nos fue.

Julio se puso a hablar primero de lo injusto del hecho que no hubieran nominado a los actores. Y creo recordar que hasta pidió un aplauso para ellos. Después yo añadí­ unas palabras para acordarnos de todos aquellos que por parte de la industria, nos habí­an negado la opción de tirar esta pelí­cula adelante con ellos y, por tanto, la posibilidad de hacerla del modo que la hemos hecho. Para ellos fueron mis “gracias”.

Y finalmente creo que le dediqué el premio a Clara y a Leo. Evidentemente me olvidé un millón de cosas que querí­a decir. Incluso me habí­a aprendido una frase en árabe para decir no a la guerra de Irak. Pero os juro que en esos momentos lo único que quieres es salir de allí­ cuánto antes. Eso sí­, para la próxima nominación a cualquier premio -si es que hay-, me lo traigo todo escrito en un papel y punto.

De ahí­, nos metieron entre cajas y tuvimos que subir a la sala de prensa donde nos esperaban más flashes y más objetivos que en la de la entrada. O a lo mejor eran los mismos, pero con el Goya entre las manos parecí­an muchos más. Nos sentamos en el suelo y no pude evitar mirar a Julio y decirle: “Qué fuerte… Hace un año y medio no sabíamos ni si podrí­amos rodar y hoy estamos aqu픝. No deja de ser ridí­culo. Si lo piensas un minuto, es ridí­culo.

Lo siguiente fue bajar súper rápido de nuevo al patio de butacas, ya que teníamos que estar presentes para cuando Edu diera el premio al mejor guion, por si nos tocaba. Aunque nosotros tení­amos el convencimiento de que no iba a ser así­. Bajamos, nos sentamos y le dan el premio a La ciudad sin lí­mites. Justo después hay un corte para publicidad y nos piden que subamos de nuevo para hacer las entrevistas en la radio.

Cuando llegamos al set de Radio Nacional le están dando el premio al mejor actor a Javier Bardem. Sube inmediatamente y nos lo encontramos sentado a nuestro lado esperando turno para la entrevista. Nos hace una señal de felicidades con la mano. En la entrevista no podemos evitar decir que la película vuelve a estar en salas y que todo el mundo que no la haya visto, tiene que ir a verla para que podamos cobrar algo. Julio aprovecha para mandar un saludo a su madre, que estará en Buenos Aires ya que nos dicen que nos estarán escuchando a través de Radio Nacional de España. No hay tiempo para más. Bardem hizo un gran elogio de todo el trabajo interpretativo en Smoking Room y dijo que en este paí­s no estamos preparados para ver a actores trabajando como lo hacen en nuestra peli. Ya ves.

Foto final con todos los ganadores. Más flashes. Y más entrevistas. Para la tele, para prensa, ya perdimos la cuenta de la cantidad de tonterías que llegamos a decir. Finalmente termina el sufrimiento. Nos enteramos que ha ganado Los lunes al sol y Fernando León como mejor director. Nos ponemos contentos y preguntamos: ¿Aquí­ cuándo se cena?

Más que cena fue un “consigue lo que puedas y apáñatelas”. Pero lo hicimos. Clara se fue para el hotel para darle el pecho a Leo. Y yo la verdad es que estaba hecho mierda, pero me aguantaba de pie por la inercia que llevaba. Felicitaciones de gente que no conoces y algún que otro colega que se ha colado a la fiesta. Fernando León nos da invitaciones para su fiesta en la Sala Caracol. Ya no sé si llegamos o morimos en el intento. Finalmente nos vamos cuando a un señor mayor que habí­a a nuestro lado se lo tienen que llevar en camilla los del SAMUR porque le ha dado un jamacuco, un poco más y allí­ se queda. Nos recuperamos del susto y nos metemos en un taxi: “Al hotel, por favor”.

Llegada al hotel a las 3:30 de la madrugada. Me encuentro con Clara despierta y me dice que me vaya a la fiesta de Fernando que sino se va ella y yo me quedo con Leo. Así­ que me meto en otro taxi y me voy para allí­. La fiesta es normal. Y eso se agradece. Nada de glamour ni de tonterí­as. Me tomo mi cerveza, hablo con algunos amigos de Madrid que han venido a verme. Y quedo con Fernando que a lo largo de esta semana se escribe un prólogo para el libro del guion de Smoking Room. Me dice que nos veremos de todos modos…

A dormir. Son las 6 am y no puedo más. Sí­, de acuerdo, tenemos un Goya. Pero alguien me puede contestar a esta pregunta: ¿Y ahora qué?

Roger Gual
Director y coautor de Smoking Room

Fotos Smoking Room: María La Cartelera