Existe la frase que enuncia: “La belleza es una promesa de felicidad” de Sthendal. Yo cada vez que la leo me lleva a intentar analizar lo contrario: ¿De qué será promesa la fealdad?
Estaba decidido: Trainspotting.
El título le atrajo a todo aquel que se lo mencioné y en todos causó el mismo efecto. La mirada de sorpresa primera se transformaba en unos ojos interrogantes que preguntaban “¿cómo llevaréis eso al teatro?” Eso mismo me ocurrió a mí. Tras el disparo inicial de la idea, un ejército de dudas delante de mí. Vayamos por partes:
El libreto
La novela de Irvine Welsh, publicada en 1993, se convirtió pronto en un libro muy aclamado, curiosamente llegando a ser el libro más robado en las bibliotecas públicas inglesas. Tan solo un año después, Harry Gibson hizo una adaptación teatral. Danny Boyle la descubrió y decidió hacer la mítica película que terminaría por dar a conocer Trainspotting al mundo entero. Tenía ante mí una cantidad de material ingenteque debía intentar condensaren unas 50 páginas. ¿Qué personajes favorecer? ¿Qué partes de la historia desechar? Aparece ahí la segunda decisión.
La dirección
No hubo dudas para mí. Debía dirigir esta obra teatral quien no me había dejado indiferente en ninguno de sus espectáculos. Quien me había mordido con cada puesta en escena suya que había visto. Quien cosía un discurso ácido en el forro del vestido de sus personajes. Debía dirigirla Fernando Soto, mi primera y única opción. No queríamos poner en pie una historia de yonquis sin decisión que huyen de la sociedad convencional, sino la historia de unos jóvenes que eligen drogarse como opción de huida. Y logré convencerlo.
Ya en un cara a cara, me puse a trabajar con Fernando en cómo sacarle brillo a esta narración tan manoseada, en cómo buscar su última piel, encontrarle el latido a esta historia. Y fuimos hallando el tono, su voz, como ocurre en esas paredes que hay que rascar arrancandocartel tras cartel del último grupo de moda para llegar al primer grafiti que la decoraba. Y creo que lo conseguimos. Ya teníamos libreto y director.
El elenco
Mabel del Pozo nos devoró en el casting. Con fiereza defendió su propuesta de Alison. Director y productor parecíamos ante ella en esa habitación dos niños boquiabiertos que se han quedado encerrados en una jaula delante de una pantera. Sandra Cervera, voz y cuerpo ofrecidos en su precisa medida, fue ganándose el pulso de Lizzie como uno de esos licores que hay que probar dos veces para saber que ya los tomarás siempre en las noches que uno quiere sentir completas. Ya estaban los personajes femeninos. Tocaba encontrarlos a ellos.
Críspulo Cabezas se nos planteó rotundamente como el mejor Renton, como la piedra angular sobre la que edificar nuestro Trainspotting. Todo el puzle giraría alrededor de la esencia de ese personaje, debíamos estar seguros de la elección, es narrador y conductor de todo Trainspotting. Ahora os puedo afirmar que bendita decisión la que tomamos, trabajo y talento en este hombre no tienen mesura. Uno menos… Sick Boy debía ser ácido y dulce, elegante y macarra, sofisticado y sencillo… Víctor Clavijo es uno de los tipos más versátiles que conozco.¡Qué placer verlo enfundarse la enrevesada piel de este personaje con tanta facilidad! Un maestro.Ya solo quedaba el cabrón del grupo, el notas sin escrúpulos, Begbie. Este personaje planteaba el eterno conflicto del actor, cómo no caer en el cliché, en el estereotipo de alguien con la personalidad tan marcada. Ese fue el miedo… Ese fue y lo digo en pasado, porque solo hizo falta verle abrir la boca al señor Luis Callejo, ver los acontecimientos de su gestualidad, para rendirnos a su trabajo. Cada matiz que encontraba dibujaba un Begbie con aristas muy diferentes pero capaces de contenerse en ese hombre. No os podéis perder a estos cinco en acción.
Ya estaba casi todo y, para nuestra suerte,Laura Ortega sería la ayudante de dirección. El remate de que las luces las firma Javier Ruiz de Alegría, la escenografía Monica Boromello, que la videoescena corra a cuenta de Bruno Praena, el vestuario de Marta Martín-Sanz, la asesoría de cuerpo la haga Paula Quintana, el concepto de marca lo puedas trabajar con equipo SOPA o la música original la haga Didi Gutman (Mapa Música) hacen de este proyecto un resultado muy apetecible y sería imperdonable que no lo disfrutaseis. Aunque qué os puedo decir yo…
“La belleza es una promesa de felicidad” Yo cada vez que leo esta frase, como os decía, me lleva a intentar analizar lo contrario: ¿De qué será promesa la fealdad? Y en el caso de Trainspotting me vino esa reflexión a la cabeza. En nuestra propuesta mostramos un mundo teñido de cierta fealdad. O sería más correcto decir de una belleza diferente, de una belleza elegida y pretendida por estos personajes. Acompáñennos en Trainspotting y verán cómo sea cual sea la promesa que le hagamos al sentarse en su butaca, la cumpliremos.
Rubén Tejerina
Adaptador de Trainspotting
Trainspotting puede verse hasta el 7 de mayo en El Pavón Teatro Kamikaze.
Fotos: Laura Ortega