El proceso de diseño de escenografía de El tratamiento ha sido anómalo, porque no hemos seguido el itinerario clásico de un proyecto espacial.
Normalmente leo un texto, pienso en un espacio y, junto al director y el resto del equipo, se va modificando y conformando para poder contar la historia que necesitamos contar. Después se diseña, se construye y se monta en el teatro. En El tratamiento el proceso ha nacido más bien en paralelo a los ensayos.
Es la primera vez que trabajo con Pablo Remón, me encanta su imaginario surrealista y la forma de hilar todas las componentes hacia el mismo resultado. Desde el primer momento ha involucrado a todo el equipo en la construcción de la historia, desde los actores hasta el equipo artístico, en comunicación continua.
La escenografía fue “concebida” una tarde, en la cafetería del Pavón, en una reunión entre varios miembros del equipo (vestuario, iluminación, dirección…), cuando los ensayos estaban bastante avanzados y después de haber pasado por diferentes propuestas que iban cambiando según cambiaban los ensayos. Y con ellos, la historia.
Allí surgió la idea de la caja, de las paredes construidas con paneles perforados al estilo de un taller de carpintero, con los ganchos para poder colgar todos los elementos que servían para contar la historia de este tratamiento. En suma, una instalación de objetos, elementos de iluminación y vestuario –inicialmente en la misma gama cromática–, que empiezan colgados y distribuidos a lo largo y ancho de la pared para ir desapareciendo poco a poco conformen juegan en el escenario.
Esa “caja de recuerdos” en la que se convierte la escenografía va habitando poco a poco el espacio. Cada escena se construye desde elementos simbólicos, generando un juego de situaciones delirantes e imparables que desvelan poco a poco la suerte y el desenlace de este entrañable tratamiento.
Monica Boromello
Escenógrafa
Fotos: Vanessa Rábade
El tratamiento se representa del 14 de marzo al 8 de abril de 2018 en El Pavón Teatro Kamikaze.