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Apuntes sobre la residencia artística ‘El funambulista’

Apuntes sobre la residencia artística ‘El funambulista’
1 mayo, 2019 pablo

Estaba intentando resumir lo que ha supuesto el proceso y los lugares por los que hemos pasado durante el trabajo de El funambulista, pero la única forma que he encontrado es transcribir fragmentos del cuaderno que hemos utilizado durante los ensayos.

Sin embargo, antes querría contar que durante el proceso generamos material dramatúrgico que no tuvo cabida en la función final. Jorge Navarro de Lemus escribió una obra llamada Aplaude el incendio, de la que extrajimos fragmentos y los fusionamos con todo lo trabajado anteriormente. Fernando Monedero compuso, a partir de unas primeras ideas, una pieza musical que nos acercaría a lo que finalmente sería la música. Y Ana Barceló nos dio clases de filosofía para tratar de entender el superhombre al que Genet se refiere en la obra original.

Quiero dar las gracias a El Pavón Teatro Kamikaze porque ser nuestro alambre. Y a los funambulistas que caminan por él: Alex, Diego, Xoán, Ana, Jorge, Fer, Josemi y Luis. Juntos estamos aprendiendo. La única forma de aprender es lanzarse, como bien nos ha enseñado El funambulista. Hay que subirse al alambre.


18 de septiembre

En el ensayo de hoy hemos hablado de lo que Jean Genet fue para Abdallah. Jorge ha traído una biografía de Genet y hemos alucinado al comprobar que dejó de escribir el tiempo en el que estuvo con Abdallah. Dejó de crear. Su única obra era Abdallah y convertir al joven en un gran funambulista. Esto fue terrible porque Genet moldeó a Abdallah como quiso. Le creó una identidad completamente nueva.

Hay personas absolutamente devastadoras. Genet fue devastador para Abdallah. Genet destrozó a Abdallah y él tuvo que pagar un alto precio. Genet tenía el poder de hacer que la tierra temblase y todo se desmoronase.

Sartre decía: “Soy una especie de híbrido entre lo que yo soy y los demás hicieron de mí”.

 

15 de enero

Estoy estudiando un libro que se llama Introducción a la filosofía, de Marzoa. Copio un fragmento de lo que dice:

“En griego antiguo no había una palabra para de­signar «el espacio» (único, infinito), sino que khora significa «lugar», «región» o «paraje», es decir: lo que diríamos un «espacio» delimitado, una «porción de» espacio. La palabra khronos se considera habitualmente como la designación griega del tiempo; sin embargo, su significado arcaico (y aun, fundamentalmente, su significado clásico) es lo que nosotros llamamos un «espacio de tiempo».

Una palabra que puede traducirse a veces por «el tiem­po», y que designa algo así como una totalidad, no por ello designa un «infinito»; esa palabra es aión. Pero aión designa también ­­–y a primera vista éste es su significado más antiguo en griego– la vida como duración finita, el «tiempo» concedido al mortal.

En la consideración teorética del tiempo aparece como una línea en la que cada punto es un «ahora»; cada «ahora» divide la línea en dos semirrectas, diga­mos: cada ahora es un «presente» que deja tras de sí un «pasado» y tiene ante sí un «futuro». Al hablar de posibilidad y de «encontrarse en el caso de…», he­mos evitado la palabra «futuro» , porque esta palabra (al igual que «pasado») designa con demasiada fuerza una extensión indefinida, cuando allí solo hablábamos de que llega el tiempo de…”

Genet dice: “Una línea sobre un abismo”. El funambulista se encuentra en el ahora, en un poder ser. La línea sobre el abismo podría ser el tiempo. “¿Cómo habitar un territorio así y sin embargo cómo no hacerlo?” El funambulista está en la posibilidad de percibir el tiempo como algo finito porque puede caer en el siguiente paso. Cada ahora es un presente que deja tras de sí.

Para nosotros la palabra futuro tiene una extensión indefinida. El alambre se encuentra dentro de la vida y la vida “es” futuro, ya que no podemos ver el final.

Sin embargo, en la lógica del funambulismo, el volatinero que sube al cable podría decir: “Aquí está el alambre, está dentro del tiempo normal”. Yo, Abdallah, sí veo el final del alambre. Si doy un paso, me caigo al vacío (mucho más obvio que en el devenir del mundo) ¿Dónde estoy entonces? Lo bueno es que sobre el alambre la palabra futuro no tiene la misma extensión indefinida que en la vida normal. Estoy por lo tanto en un constante ahora. Estoy en un “Llega el tiempo de… dar el siguiente paso”.

 

3 de febrero

En el ensayo de hoy, nos preguntábamos: ¿Por qué si estamos hablando de funambulismo, no encontramos un riesgo real? Justamente lo que Genet admira del funambulismo es lo cerca de la verdad que está, porque puede morir realmente. Pero claro, no es momento de buscar un funámbulo y, a pesar de que pensamos en la idea de poner telas, creo que no es el lugar…

Como dice Sartre, “la palabra es un vehículo de ideas. La mirada atraviesa la palabra y se dirige hacia la cosa significada. El lenguaje hace consciente. Coloca a la persona frente a su responsabilidad, elimina la inocencia. A partir del momento en que nombro la conducta de otro, esta sabe lo que hace. Su acción sale de la subjetividad.”

Me hago presente mediante el lenguaje. La literatura nombra, es poner un hecho inmediato en el punto de reflexión. Decir es cambiar y ser consciente de ese cambio.

 

10 de febrero

Sigo con Sartre…

El ser humano se hace a sí mismo. El primer paso del existencialismo es poner a todo ser humano en posesión de lo que es como ser humano. Responsable de sus acciones. Por eso el funambulista es existencialista. Él es capaz de sostener en sus manos la responsabilidad de su existencia… Bueno, aparentemente, porque después se suicida. ¿Es posible que justamente por esto sea por lo que se suicide? Porque así como acepta la vida, acepta la muerte.

 

30 de noviembre

Estaba de gira con Un enemigo del pueblo (Ágora) y fui a ver la exposición de Giacometti en Bilbao. Me encontré con su escultura El hombre que camina. Me impresionó muchísimo el movimiento que tenía, los recovecos y sombras. Lo que yo no sabía entonces es que Genet había sido retratado por Giacometti. Que el pintor le había regalado ese cuadro al escritor y que, según he leído, fue uno de los cuadros que vendió para pagar los estudios de funambulismo al joven Abdallah. Es increíble que Giacometti hiciera tantísimas esculturas de hombres que caminan o simplemente de pies… Copio un fragmento de un libro que encontré:

“Tres hombres que caminan (1948) pone en situación a unos personajes que avanzan ignorándose unos a otros. El drama de la soledad. Permite a la mirada poblar e imaginarse los vacíos. Giacometti captaba el cuerpo, su energía y equilibrio.

El hombre que camina progresa sobre una base desnuda y lisa. Rotunda y elevada. Parece un sarcófago. Sus pies lo amarran al suelo como un obstáculo. ¿Por qué son tan pesados los pedestales? Para situar mejor al hombre en el espacio. Para lastrarlo frente a la amenaza de la nada. Es un hombre perdido pero que continúa su marcha contra viento y marea”.

 

1 de abril   

El hecho de generar un proyecto en el que todos y cada uno de nosotros somos responsables provoca que te cuestiones las reglas que has establecido a cada momento. Me cuesta tomar decisiones. Hemos entrado en un cierto bucle que nos impide avanzar, constantemente nos cuestionamos las decisiones que ya hemos tomado. Hasta que hoy ha venido Miguel del Arco y nos ha dicho: tenéis que poneros ya en acción. De repente, nos da una fecha para exhibir el trabajo de investigación que hemos estado haciendo y me doy cuenta de que ya no hay tiempo para el constante cuestionamiento. Ahora hay que confiar en las decisiones tomadas.

 

22 de abril

Hoy han venido Miguel del Arco e Israel Elejalde a ver un ensayo. Nos han trasladado sus comentarios, muy constructivos. He comenzado a ser consciente que dirigir es llevarlo todo en una dirección, es decir, que cada pequeño detalle tenga un fin. Y como bien dice Israel: en el teatro cabe de todo menos cualquier cosa.

Aunque tengamos miedo de caer al menos nos habremos subido al alambre. Queremos hablar sobre el funambulismo y el miedo que da caminar por un alambre a metros del suelo. La elección consciente en la que el volatinero no quiere dejarse arrastrar por el devenir y decide caminar. El alambre se convierte en el lugar, en el límite en el que el ser y el no ser conviven en un mismo espacio.

Queremos descubrir cuál es nuestro alambre y que es lo que hace que no nos atrevamos a caminar por él. 

 

Lucía Díaz-Tejeiro

Coautora y directora de El funambulista, II Residencia Artística El Pavón Teatro Kamikaze